Una vez en
el campo de fútbol nos sentamos en los banquillos, chispea un poco pero no
molesta. Buscamos a Jose con la mirada, está junto a otro chico, algo más bajito,
con el pelo castaño más o menos largo. Están calentando, el chico bajito mira
en nuestra dirección y Cris saluda con la mano.
- ¿Quién es?
- la pregunto sin apartar la mirada de los dos chicos.
- Ni idea -
me contesta riéndose y sin dejar de saludar. Sacudo la cabeza, Cris es
imposible, siempre está igual con los chicos. El chaval bajito le dice algo a
Jose y miran en nuestra dirección. Jose sonríe y nos saluda con la mano. Acaban
el calentamiento y se ponen a jugar un partido.
- ¿Por qué
no sales con Jose? Es un chico muy majo - le comenta Judith a Cris. Esta pone
cara de asco e ignora el comentario. De repente lanzan la pelota cerca de donde
nos encontramos. El chico bajito corre rápidamente a por ella. Le caen gotas
del pelo por la cara. Se agacha a por la pelota y nos mira. Nuestras miradas se
cruzan. Son apenas dos segundos, pero me ruborizo y sin saber por qué retiro la
mirada. Vuelve al campo y siguen jugando. De repente empieza a llover con más
fuerza.
- ¡Ay! ¡Como
llueve! - se queja Cris. Aunque en el banquillo apenas nos mojamos.
- ¡Todo el
mundo a los vestuarios! - grita el entrenador. Todos los chicos corren hacia
abajo. - Vamos, vosotras también - nos mete prisa el entrenador. Les seguimos
corriendo para mojarnos lo menos posible. Entramos al vestuario, los chicos se
sientan en los bancos. Algunos sacuden la cabeza para secarse el pelo. Otros se
estrujan la camiseta y llenan el suelo de agua.
- ¡Chicas
venid aquí! - nos grita una voz desde un rincón del vestuario. Son Jose y el
chico bajito de antes. Están sentados en un banco. Nos acercamos y nos sentamos
con ellos.
-Este es Marcos
- nos dice Jose señalando al otro chico - Ellas son Cris, Eva y Judith - nos
presenta. Marcos se levanta y nos da dos besos a cada una. Se sienta y se seca
el pelo con una toalla. De vez en cuando veo que nos mira de reojo a las tres y
comenta algo en bajito con Jose. No dejo de mirarle. Es bastante guapo. Su pelo
mojado casi parece negro y algunos mechones le llegan a los ojos. Se pasa la
mano por la cabeza echándose el pelo hacia atrás para retirárselo de la cara.
Se levanta y se quita la camiseta de la equipación, que está empapada. Se
vuelve a sentar y la estruja haciendo que caiga un chorro de agua al suelo.
- Joder lo
que ha llovido en un momento... - comenta mirando todo el suelo mojado del
vestuario. Jose asiente y se quita también la camiseta imitándole e
inmediatamente saca otra de la mochila y se la pone. Marcos se queda así, sin
camiseta, sentado y apoya la cabeza en la pared. Le miro fijamente. Está
fuerte. Se le marcan bastante los pectorales. De repente me mira y nos quedamos
así, mirándonos a los ojos. Me sonríe. Tiene una sonrisa preciosa. Noto como
Judith me da un codazo en el costado. Sacudo la cabeza y la miro. Sonríe y se
acerca a mi oído.
- Como le
miras eh... - me dice sonriendo e intentando chincharme.
- ¡Que va! -
la digo tímidamente y mirando al suelo. Se ríe y la pego un suave empujón riéndome
yo también. Los demás nos miran sin entender pero no les hacemos ni caso.
- Chicas vámonos
ya que aunque deje de llover ya no da tiempo a que entrenemos más - nos dice
Jose levantándose del banco. Marcos le imita y nosotras hacemos lo mismo.
Salimos fuera. Llueve con fuerza. Corremos los cinco en dirección a la parada
de autobús. Pisamos los charcos que se han formado en el suelo salpicando a
nuestro alrededor y acabando aún más mojados todavía. Miro hacia la carretera y
vemos como el autobús pasa por nuestro lado. Corremos más rápido, con todas
nuestras fuerzas. Conseguimos llegar justo antes de que el autobús cierre las
puertas. Vamos hacia el fondo. Me siento en los últimos asientos, al lado de la
ventana, Marcos se sienta a mi lado y Jose ocupa los otros asientos tumbándose.
Cris y Judith se sientan delante, mientras miran embobadas el móvil de Cris. Marcos
sacude la cabeza y me salpican algunas gotas.
- Oh, lo
siento - se disculpa al ver que me ha mojado.
- Da igual,
si estoy empapada, unas cuantas gotas más no las voy a notar - le digo
despreocupada sonriendo. Me sonríe él también.
- Tienes una
sonrisa preciosa - me dice sin dejar de mirarme. Me ruborizo ligeramente y me
pongo nerviosa.
- Oh,
gracias - le digo con una risilla nerviosa. Se ríe y me pasa el brazo por el
hombro. Jose se levanta ligeramente y se queda mirándonos algo extrañado.
- Eva, si te
molesta le das una hostia y ya está, ¡qué no pasa nada eh! - me dice, parece
que habla enserio. Le miro sin saber qué decir.
- Tío cállate,
que lo hago porque puedo - le dice Marcos molesto y con tono de chulo. Jose
hace ademán de darle una colleja pero Marcos se agacha esquivándola. Se ríe y
me apoya contra su pecho.
- Pero déjala
en paz, ¡pedazo de subnormal! - le grita Jose ya algo cabreado.
- ¿Qué más
te da? ¡Si a ti te gusta Cristina! - le dice Marcos sin dejar de sonreír. Cris
y Judith se giran para ver qué es lo que pasa. Jose las mira preocupado y
Marcos se ríe a carcajadas. Jose le lanza una mirada asesina pero este le
responde guiñándole un ojo. - Además, Eva, ¿a que a ti no te molesta? - me dice
acariciándome el pelo. Niego con la cabeza, aunque algo insegura. Marcos
levanta las cejas y pone una mueca con la boca, como diciendo le, '¿Ves como
tenía razón?' Jose sacude la cabeza enfurruñado y se vuelve a tumbar en los
asientos. Cris y Judith se levantan.
- Nosotras
nos bajamos aquí - nos dicen.
- ¿Tú no
bajas? - me pregunta Marcos.
- No, se van
a comprar ropa y a mí no me apetece, así que supongo que me iré ya a mi casa, además
estoy empapada.
- ¿Por dónde
vives? - me pregunta acariciándome la mejilla.
- Eh... Al
lado de las vías del tren - le contesto embobada mirándole a los ojos.
- Te
acompaño si quieres, me pilla cerca de mi casa - me dice amablemente.
- Vale - le
digo sonriendo tímidamente.
Jose se baja
del autobús despidiéndose con la mano. Nos quedamos Marcos y yo, solos, en silencio,
yo sin saber qué decir, él mirándome y sonriendo. Me muevo incómoda en el asiento.
Marcos retira el brazo de mi hombro y se pone serio.
- Bueno, y ¿cuántos
años tienes? - me pregunta.
- Catorce, y
tú?
- Jaja, que
peque - me dice sonriendo. - Yo dieciséis.
Le sonrío.
No los aparenta la verdad. Sergio es de su edad y parece mucho mayor que él.
Pero no le digo nada. El autobús para y salimos. Andamos con paso ligero, ya
que sigue lloviendo. De vez en cuando comenta algo y me río. Llegamos a mi
casa. No veo el coche de mi madre aunque no le doy importancia y llamo al
telefonillo. Nadie contesta.
- No están...
- comento sacando las llaves del bolsillo.
- Entonces
puedo subir y me enseñas tu casa - me dice Marcos con una sonrisa pícara.
Marcos no me gusta, eso de que quiera subir y lo de antes... parece que va a a ser un fresco. pobre Eva :(.
ResponderEliminarNo me cae bien Marcos, es un chulo y un creído. Que Eva no le vaya a creer, eh, Sergio es mejor, vamos, ¡ni comparación!
ResponderEliminarJueeee qué interesante se está poniendo!! =) Tengo ganas de seguir leyendo :) y como veo que aún quedan más capitulitos por leer voy a seguir haciendolo ahora jajaja.
ResponderEliminarHasta el momento me está encantando ee!! XD asi que cuando termine de leer los que están publicados te comento un poco más